El secreto de la mente (VII)

(Fragmento)
- La Tierra era muy bella, con enormes animales y selvas ya inexistentes.
- Abue, hablas como si de veras la hubieses visto así, como si tuvieras miles de años.
- ¡Claro que sí la vi!
Ante la asombrosa mirada de la “tataranieta” mayor, agregó de inmediato:
- En las películas, obviamente. Y en los libros, en mi imaginación.
- ¡Ah! Es que has leído mucho. Y al parecer el coco ya le patina – añadió muy bajito al oído de su pequeña hermana.
- ¿Qué andas cuchicheando?
- Nada, abue.
Y salió de la habitación.
- Abuelita, yo quiero vivir miles de años como tú y que no te mueras nunca, pues yo te adoro y me daría mucha tristeza, si algo malo te pasa.
“Si supieras que pronto voy a ser más joven que tú”.
- Tal vez sí, mi niñita.
Por esta chiquilla estaba sintiendo algo muy especial. “Quizás esta vez sí ejerza mi derecho”. Siempre que llegaba el momento de separarse de su “familia”, le sucedía algo similar. “En esta ocasión he esperado demasiado y ya este cuerpo viejo no lo aguanto. Procuraré acercarme a Ana en el futuro. Ojalá no merme en sus dotes y venza todas las duras pruebas, para que la podamos escoger, ya que decidimos duplicarnos”.
(Continuará)