miércoles, 28 de enero de 2009

Pinguero (2)

(Fragmento de novela)

Desde niño le gustaban los juegos sexuales. Cuando pequeñito, entre todos, hembras y varones, se besaban, abrazaban, tocaban, etc. como veían en las películas o simplemente como creían que eran estas cuestiones entre los adultos, según lo habían presenciado o como alguno decía que sabía eran esas cosas.

Pero no se le olvidaba aquella vez que su hermano mayor, su primo y su prima, debajo de una cama, se pusieron a jugar a eso. Le decían que se incorporara, pero no quiso. Sintió temor. Quizás institntivamente presintió que si los adultos no querían que ellos jugaran de esa manera, no debía correr el riesgo. Era lo prohibido y a la vez encantador, cual imán que atrae o repele poderosamente.

Y de buena se salvó. Su tío menor, quien era apenas un adolescente, se acostó debajo de la otra cama, como solía hacer por las tardes, dado el sofocante calor veraniego santiaguero. Al poco rato se levantó y le fue con las quejas a sus hermanos y cuñadas, quienes de inmediato les dieron tremenda paliza a los implicados, en medio de gran escándalo.

Tuvo que repetir muchas veces que él no estaba jugando con ellos y su tío lo confirmó. De lo contrario, en sus muslos, nalgas, brazos y cualquier otra parte de su cuerpo, habrían quedado bien visibles, las huellas de los golpes dados por aquellos encolerizados adultos, de una época en la cual todavía las personas mayores en Cuba no poseían una adecuada educación sexual, ni la ciencia había avanzado tanto, como para que ellos supieran que los menores estaban haciendo algo muy normal para su edad y que con algunas explicaciones sencillas bastaban, en vez de prácticamente traumatizarlos.

Fue entonces cuando se percató que era menos riesgoso tener juegos sexuales entre quienes tienen algo colgando en las entrepiernas. A ellas siempre les estaban recordando: "las hembras no juegan con los varones". En esa película a los del llamado sexo fuerte les tocaba ser los malos.

Como éran machos, no constituían mucha preocupación para sus progenitores y podían estar mataperreando, jugando pelota, fútbol u otro deporte de moda o a las bolas, al escondido, al agarrado, dominó, cartas, ajedrez, damas, parchís, a la bolita, al trompo y a cuanto se les ocurriese, mientras no estuviesen jeringando.

Pero aquellos juegos, de tan exitantes y cautivantes por el mágico toque de los "no se puede", se fueron convirtiendo en inequívoca adicción, sabiendo con absoluta claridad con quienes sí y con quienes no, cuándo, dónde y cómo eran las cirunstancias propicias para tener las erecciones, rozarse los penes, sin sacarlos de las portañuelas o entrando en contacto directo con el del primo, vecino o amiguito de la escuela, hasta que llegó el momento en que parecían mearse de tanto placer.

Las lecturas clandestinas de algunos libritos pecaminosos bien escondidos en el escaparate de su abuela paterna y deducciones obtenidas de las clases de biología sobre la reproducción, le permitieron rectificar el error de confundir el orine con el semen. "¡Ya meaba dulce!" como decían los adultos para referirse a este de tantos tabúes. Hasta algún que otro muchacho llegó a probar lo excretado por su meato para saber si seguía siendo amargo o ya no.

Su miembro viril había crecido mucho más que el de los otros de su edad y hasta era bastante mayor no sólo que el de otros adolescentes y jovencitos, nacidos varios años antes, sino que empezó a percatarse que los adultos también la tenían de menor tamaño que la suya. Sus padres se sentían orgullosos de aquello., pasando a ser comentario frecuente entre tías y tíos, primas y primos, quienes le miraban con disimulo esa parte de su anatomía.

Por supuesto que tuvo que dejar de usar pantalones cortos, pues se le salía por debajo. Y los largos, con la moda, eran muy ajustados al punto de marcarse a un costado del muslo cuan larga y gruesa era su atractiva verga, incluso en estado fláccido, sin erección.

(continuará)

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Fragmento 1


Nota: Basada en hechos reales. Los fragmentos de esta novela han sido tomados directamente del manuscrito original. No necesariamente coinciden en orden con él y pueden diferir un poco de la edición impresa. La novela Pinguero es la primera de una trilogía. Le siguen MA CONCEPCION y MATIAS.

domingo, 18 de enero de 2009

MATIAS (2)

(Fragmento de novela)

Al fin estaba en la frontera. Era de noche y, al mirar hacia el norte, veía un infinito mar de luces.

Los desactualizados mapas, desinformaban con los símbolos de ciudades, cuya población era menor de lo constatado al llegar allí, pues Reynosa debía rondar el millón de almas y su par del lado americano (Mc Allen y sus alrededores) parecía mayor aún, quizás con menor densidad.

Era emocionante saber, que estaba a unos pasos del país en el cual, muy poco tiempo atrás, ni soñaba vivir en él.

En unos meses, el deseo de acabar de dar este decisivo paso, se había ido apoderando de todo su ser y estaba a punto de lograrlo.

¿Sería verdad que no le sucedería nada malo?

Sentía una rara mezcla de temor, incertidumbre, nostalgia y alegría.

No obstante, había decidio pasar al otro lado al día siguiente y esa última noche la dedicaría a caminar un poco por el zócalo, algunas calles comerciales, conocer algo de la ciudad, recuperar energías (descansando ya entrada la madrugada, en la habitación del hotelito donde rentó) y en la mañana compartir un rato con sus amigos mexicanos, para a la vez oír sus experiencias, opiniones, consejos sobre el paso tan importante a dar, en unas horas.

Al día siguiente, durante el almuerzo, supo como hay cubanos quienes, por ignorancia, en vez de pasar el río Bravo o Grande caminando por el puente, se lanzan a nado o le pagan a algún dueño de bote, para que los crucen, de tal manera que, pudiendo ingresar legalmente, lo hacían de modo ilegal, siendo detenidos, encarcelados, citados a corte, pagando fianza, abogados, etc. innecesariamente.

Se despidió de su amiga y antes de regresar al hotel, su amigo lo llevó a una pequeña y cercana plaza aledaña a uno de los puentes, por donde pretendía precisamente pasar al otro lado. Le echó un vistazo a todo el lugar y le pareció muy seguro. Pudo hasta ver la larga fila de autos y a algunos peatones por la acera, comprobando así hasta el más mínimo detalle, de cuanto le habían descrito que le sucedería, en pocos minutos, a él mismo.

Su amigo le dejó en la puerta del hotel. Se bañó y cambió de ropa rápidamente. Terminó de colocar cada cosa en su lugar, en su ligero equipaje (par de mochilas y un portafolios). Se dio ánimos a sí mismo y tomó un taxi para recorrer en breve las escasas cuadras hasta el punto fronterizo.

El taxista le pidió una cantidad excesiva, justificándose con tener una prole numerosa. Pero le pagó con gusto y hasta le dio casi todo el menudo que llevaba en el bolsillo.

Sin perder tiempo, caminó hacia el puente y vio el torniquete, donde depositó los dos pesos mexicanos, con lo cual ponía fin a poco más de 18 meses, plagados de contratiempos, con algunas corruptas autoridades migratorias, totalmente irrespetuosas de la Constitución y las leyes de ese país.

También se llevaba muchos buenos recuerdos, gracias a las excelentes amistades, que hizo en la tierra de los aztecas o ya tenía desde cuando vivía en Cuba.

Mas todo su ser se concentró en avanzar hacia ese esperanzador futuro, representado por el estar caminando por la acera de aquel puente, en dirección a las oficinas migratorias norteamericanas, las cuales se divisaban en la otra orilla, a escasas dos cuadras. Fueron par de minutos muy largos, con emoción creciente y repletos de fe.

¿Qué tal le iría en la actual mayor potencia económica mundial, en el "monstruo", ese gran país autoproclamado modelo de democracia, libertad y respecto a los derechos humanos?

¡Cuán lejos estaba, de sospechar la escasa duración de aquel cuento de hadas, en el cual creía cándidamente estar entrando, para ser uno de sus felices protagonistas!

(continuará)

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Fragmento 1

Nota: Basada en hechos reales. Los fragmentos de esta novela, han sido tomados directamente del manuscrito original. No necesariamente coinciden en orden con él y pueden diferir un poco de la edición impresa. La novela MATIAS es la última de una trilogía. Le anteceden Pinguero y MA CONCEPCION.

jueves, 8 de enero de 2009

MA CONCEPCION (2)

(Fragmento de novela)

- Necesito que me acompañes un momento al apartamento.

En pocos minutos, le hizo saber los motivos de su preocupación. Su esposa, desde hacía varios días, estaba comportándose de manera muy misteriosa, como no solía hacer antes. Se iba desde temprano y no regresaba hasta tarde. La criada siempre respondía que no sabía nada, a pesar de ser uña y carne, con sus constantes cuchicheos, cual par de viejas comadres.

- Ya estoy terminando aquí en el hotel. Te llevo en el Vocho y eso me servirá de pretexto, para saludar a la sirvienta, comprobando lo que me dices.

De la contemplación del hermoso paisaje de esa bahía, tan vista en las películas y la tele, pasaron a recorrer parte del Acapulco Dorado, donde se levanta el hotel Playa Suits, junto al ultramoderno y bellísimo Crown, convertido en símbolo del cálido balneario. Fueron construidos como un solo complejo, antes de los dueños deshacer la asociación.

Dejaron la concurrida Avenida Costera, con sus elegantes y altos edificios, para internarse en la colonia.

Poco después de llegar al cómodo apartamento de dos recámaras, ubicado en el pequeño edificio de apartamentos rentados, propiedad de MA CONCEPCION, le dijo a su amigo:

- Tienes razón. Algo raro está pasando aquí. Debes cuidarte mucho, porque me huelo que no es nada bueno.

Acercándose otra vez a la cocina, dijo en voz más alta:

- Prepara un poquito aparte, sin chile, para que el don también pueda comerlo y no le haga daño.

El almuerzo no estaba terminado todavía, a pesar de que ya eran pasadas las cuatro de la tarde. No obstante se comieron un poco de frijoles con arroz. Mientras, pensaba cuán difícil le estaba resultando a su amigo adaptarse, hasta en algo tan elemental como la alimentación. Su hernia hiatal, gastritis y esofagitis crónica, no se llevaban bien con el exceso de picante de la comida mexicana y, en las mucosas de su boca, se alcanzaban a ver algunas pequeñas ulceraciones, como claro síntoma de un verdadero iceberg digestivo.

- Yo creo que ella lo está haciendo intencionalmente, para que regreses a Cuba o te vayas para USA, en fin, te canses de todo esto. Te enamoraste de la mujer equivocada y lo peor es que te casaste con ella. Obviamente, MA CONCEPCION no es la persona que creíamos.

- ¿Imaginas cómo me siento?

- En la mañana visítanos y almuerza con nosotros en la miscelánea. Sé que te gusta más nuestro menú binacional cubano mexicano. Pobre, pero hecho con corazón. Así podremos hablar más libremente. Sabes que a mí tampoco me va nada bien con mi mujer y sus celos.

Se miraron fijamente, con esa ternura inequívoca del enorme afecto que sentía el uno por el otro, en su ya larga y gran amistad, entremezclada con recíproca compasión, como si se acariciaran y apretaran, sin tocarse, para darse ánimos, pues a ambos les iba muy mal en sus respectivos matrimonios, aunque por razones muy diferentes. La vida como emigrantes en el país azteca, estaba transcurriendo asemejándose muy poco a lo imaginado y esperado.

(continuará)

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Fragmento 1

Fragmento 3

Nota: Basada en hechos reales. Los fragmentos de esta novela, han sido tomados directamente del manuscrito original. No necesariamente coinciden en orden con él y pueden diferir un poco de la edición impresa. La novela MA CONCEPCION es la segunda de una trilogía. Le antecede Pinguero y le sigue MATIAS.

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Fundador, Propietario y Presidente de Ojeda Multiservices Corporation (OMC), Rector de la UVI, Master en Educación Avanzada y excatedrático de la Universidad Pedagógica de La Habana "Enrique José Varona". Licenciado en Educación (equivalencia de Bachelor in Sciences of Education in USA). Especialista en Pedagogía, Psicología, Creatividad, Dirección turística, Opinión Pública y Medios de Comunicación.

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